martes, 21 de febrero de 2012

Amores Perros. Tres historias, un accidente y la nueva cara del Cine Mexicano

Un accidente automovilístico cambiaría la vida de tres personas, sus historias se marcaron a partir de este hecho y obviamente la onda expansiva llegaría hasta sus más cercanos. De diferente género, edad, posición socioeconómica e intelecto; Octavio, Valeria  y el Chivo querrán redimirse después de lo sufrido.

Octavio y Susana 
Octavio (Gael García Bernal) vive con su madre (Adriana Barraza), hermano y cuñada. Es un estudiante de preparatoria, presumiblemente, que encontraría la forma de obtener dinero luego de que Jorge (Humberto Busto), quien es su amigo y cotidianamente un asistente a la pelea de perros, observara como el perro de Ramiro (Marco Pérez) masacró accidentalmente al animal del principal apostador de ese evento clandestino, el "Jarocho" (Gustavo Sánchez Parra), que fue de inmediato a reclamarle a Octavio por lo que hizo el perro de su hermano. Coffee se convertiría, paradójicamente, en la gallina de los huevos de oro y el principal argumento para convencer a Susana (Vanessa Bauche) que deje a Ramiro y se vaya con él a Ciudad Juárez. Ella tiene la misma edad, mamá del Pelón, su pequeño hijo de meses que es la razón por la cual vive con el hermano de Octavio, no obstante, sufre de la violencia y las carencias dignas de una familia disfuncional, su pareja vive de asaltar farmacias como hobbie y de cajero en un súper mercado como profesión. La incipiente relación entre los adolescentes va en serio a pesar del nuevo embarazo, Octavio está decidido con las ganancias gracias a Coffee, de llevársela después de la última pelea, pero ésta se sale de control cuando el Jarocho le da un balazo al rottweiler lo que desembocó en una persecución a Octavio y Jorge por los matones del herido ejecutor de Coffee


Valeria y Daniel
Valeria (Goya Toledo) se encuentra detenida en un cruce esperado la indicación del semáforo para poder seguir adelante, al ver el verde avanza, sin embargo, es embestida por otro automóvil que saltó tal señalamiento. Su carrera como exitosa modelo se ve truncada. Daniel (Álvaro Guerrero) es su pareja, él decide abandonar a su esposa e hijas para vivir con ella, trabaja en una revista la cual tiene como portada ese mes a Andrés Salgado (Ricardo Dalmacci) como favor, ya que es para la demás gente el novio de la modelo española. Tiene una dura recuperación, y la desaparición de su pequeño perro, Richie, empeoran la maltrecha vida con Daniel poniendo en peligro su profesión, su relación y hasta su existencia.  


El chivo y Maru
El Chivo (Emilio Echevarría) es un pepenador acompañado de decenas de perros, en otros tiempos un catedrático de universidad hasta que perdió la razón por el Socialismo, cambió a su hija de dos años y esposa por la guerrilla que trajera consigo una revolución, fue encarcelado y veinte años más tarde está en las calles recogiendo basura y haciendo trabajos para un judicial, que implican matar a sueldo. Observó el terrible choque entre los autos y fue en auxilio de las personas heridas, al alejarse de la impactante escena se percata que otras personas llevan a Coffee a otra parte del asfalto creyéndolo muerto. El Chivo, unos días antes de curar a Coffee, visita la casa de su hija cuando está ausente; Maru (Lourdes Echevarría) ignora la existencia de su padre verdadero. Éste es contactado por Leonardo (José Sefami) en compañía de Gustavo (Rodrigo Murray) que le pidió ayuda al policía acerca de un trabajo que sólo el Chivo puede hacer. La tarea es matar a Luis (Jorge Salinas), aparentemente está engañando a su socio por lo que lo quieren quitar de en medio. La condición de Coffee va mejorando a tal grado de recuperarse totalmente, su salvador decide dejarlo con sus mejores amigos para poder completar el negocio. Por distintas causas esa noche no pudo cerrar el trabajo, al llegar a su casa un macabro descubrimiento originado por el instinto de pelea del ex perro de Octavio lo trastorna. Le hará replantearse su rumbo, tomará una decisión sobre el encargo de Gustavo y su hija.


Premiada en festivales de todo el mundo y hasta nominada al OSCAR y Globo de Oro (como mejor película extranjera), fue el primer hijo producto de la impresionante sociedad compuesta por Guillermo Arriaga (guionista) y Alejandro González Iñárritu (director) que solo la fama, envidias y deseos de ya no querer depender el uno del otro lograron romper; ambos comprendían su papel y lograron una perfecta comunión, hubo otras dos cintas: 21 Gramos y Babel pero Amores Perros demuestra que el cine hecho entre amigos (contó con Guillermo del Toro como asesor) es más reconfortante que el realizado por obligación, como se vería en las dos siguientes películas. En el 2000 vio la luz este proyecto marcando un antes y después en el cine mexicano. Quedó atrás: la famosa llamada época de oro del cine nacional al inicio de la lejana década de los 30's hasta la muerte del ídolo Pedro Infante (finales de los 50's); la clase de María Félix; el ingenio de Mario Moreno "Cantinflas"; la excentricidad del cine de luchadores con el Santo a la cabeza, sin olvidarme del Huracán Ramírez y Blue Demon; en los 70's está la inigualable y espectacular: El castillo de la pureza de Arturo Ripstein; en los años, lustros y décadas siguientes el cine mexicano cayó en un ostracismo irreparable donde la carencia en la realización era brutal, intentos hubieron y abundó el catalogado cine de ficheras, aquí se mostraría el rostro pícaro de México con un humor negro y un rasgo intrínseco de la cultura machista que prevalece en el país: el albur, el doble sentido; sería hasta la antesala del nuevo milenio con: Rojo Amanecer (1989) de Jorge Fons, Como agua para chocolate (1992) de Alfonso Aráu, Cronos (1992) de Guillermo del Toro, Principio y fin (1993) de Arturo Ripstein, ¿Quién diablos es Juliette? (1997) de Carlos Marcovich, Elisa antes del fin del mundo (1997) de Juan Antonio de la Riva, Sexo pudor y lágrimas (1998) de Antonio Serrano, tal vez se me escapan algunas más pero en resumen se dio un respiro fuera de la niebla de mediocridad que abundaba en el cine nacional, fueron un puñado de películas, sin embargo, esas grandiosas excepciones ya tenían la calidad necesaria para ser admiradas por el público mexicano y reconocidas en el extranjero algo que no sucedía en más de treinta años.       


Amores Perros recogió el guante de la tremenda crítica institucional que hizo Luis Estrada, un año antes, con su Ley de Herodes, esta cinta hace referencia de cómo es que los mexicanos vemos a los políticos, es decir, quienes nos gobiernan. Pues González Iñárritu y Arriaga siguieron por ese sendero sólo que no lo hacen acerca de las aves de rapiña que se alimentan con nuestros impuestos sino que narran algunos aspectos de los gobernados, la sociedad. 
Octavio y Susana. Muestran la clase media-baja que abunda en el país, las familias que viven prácticamente al día ante la insuficiencia del salario mínimo, los embarazos no planeados que son miles de adolescentes que no tienen ni la mayoría de edad y menos la madurez para traer un ser a este mundo, la salida que muchos jóvenes hacen al no tener una oportunidad de empleo y si la tienen no ganan lo suficiente, la cual es, la delincuencia; y principalmente la búsqueda de cómo quebrantar la ley para el beneficio propio representado por la pelea de perros como lo dicen en la cinta es un pequeño negocio en el que no se pagan impuestos.  
Valeria y Daniel. Hace un retrato de la doble moral por excelencia de la sociedad mexicana, siempre me he preguntado para qué formar una familia si con el tiempo las personas se hartan y buscan amantes, ¿no es mejor la soledad que el engaño?. Pero en México (no sé si en otra parte del mundo, quitando los árabes obviamente) se prueba la hombría con según cuántas mujeres tengas y si las engañas es como un triunfo, un premio mayor. 
El Chivo y Maru. Refleja la impunidad en toda la extensión de la palabra, policías que no protegen, asesinatos sin castigo y la corrupción como bandera, en pocas palabras es un riesgo tener bienes por el peligro latente de que otro te lo arrebate.


El mérito de la cinta en cuestión es la intemporalidad, muchas personas creerán que es ficción, lamento desilusionarlas, desde que tengo uso de razón es el pan de cada día en México; desafortunadamente se concibe como el fiel reflejo de la sociedad y precisamente es uno de los cambios en el Nuevo Cine Mexicano: la crítica. Los grandes realizadores ya no son conformistas, no piensan en la cinta como un producto en sí, lo imaginan como un grito que representa el reclamo de muchas personas (donde me incluyo) teniendo en la figura de Luis Estrada con su trilogía satírica (Ley de Herodes, Un mundo maravilloso y El infierno) el principal exponente, con mención honorífica a Carlos Carrera al realizar El crimen del padre Amaro. Claro, gracias al financiamiento privado, en mayor medida que el gubernamental, en la actualidad existen un mayor número de producciones por lo que la calidad inclusive del cine mexicano amplió y abarcó otros géneros; no todo es crítica, hay más opciones, más bodrios, más propuestas, más cine comercial, más cine underground, más altibajos, todo lo relativo a una industria que sobrevive al más puro estilo de Octavio: golpeado, recuperándose y abandonado.


Espectacular en: Alejandro González Iñárritu y Guillermo Arriaga en su opera prima. La fotografía de Rodrigo Prieto y la banda sonora de Gustavo Santaolalla. Todo el cast, sobresaliendo evidentemente, Gael García Bernal, a partir de ese momento fue una aparición refrescante y con el paso de los años se ha consolidado como uno de los mejores de México (sino es que el mejor) donde ha hecho cualquier cantidad de películas y esta actuación se ubica dentro de sus mejores tres proyectos sin lugar a dudas. El final, como lo dijo el director, es abierto en las tres historias; nada se dicta y deja la posibilidad latente de la redención de los tres protagonistas el cual es el objetivo, sin embargo, también existe la probabilidad del derrumbamiento o el regreso a su antigua vida.


Pudo mejorar en: los detractores de González Iñárritu, esta historia de traición-lealtad, violencia, diálogos hilarantes, narrativa no lineal, el juego de tomas en todo momento, en conclusión, parecería que estoy describiendo una película de Quentin Tarantino; muchos de ellos piensan eso, las coincidencias con la obra del mítico director no se pueden negar pero el realizador mexicano tiene en la convergencia de historias dispares su principal característica, así que para mí opinión tal vez las formas son las mismas pero el producto final y esencia no son iguales. 

Pésimo en: ...

Le doy un: 10

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