En el tren que va de Budapest a un destino no definido, lo ocupan una pareja de alemanes discutiendo entre cada tanto y atrayendo las miradas incomodas de las demás personas en el vagón; Celine (Julie Delpy), una de ellas, decide mudarse de asiento al presenciar el pobre espectáculo, toma el que está en frente de Jesse (Ethan Hawke), haciendo inmediatamente contacto visual; después de compartir un par de cosas la invita al comedor, es ahí cuando empieza el sueño.
Ella, francesa, va a su casa para seguir estudiando en La Sorbonne.
Él, norteamericano, se baja en la próxima estación, en Viena, donde tomará el avión que cruzará el Atlántico.
Entre distintos tópicos, el momento de decir adiós llegó, mas Jesse no puede dejar ese encuentro de la misma forma intempestiva que lo tomó, le ofrece a Celine su compañía en Viena, retrasando el arribo a sus lugares de origen. Ella acepta aún sin conocer el nombre del joven americano. Ambos con personalidades y aspiraciones contrastantes hacen que su aproximación sea inmediata; recorriendo diversos lugares de la capital de Austria: desde un típico viaje por autobús, pasando por una tienda de discos de acetato (la canción de Kath Bloom, Come Here, ilustra lo que sienten en ese momento) hasta la entrada a un bar bohemio con juegos de vídeo, entre otros lugares. Todo transcurre de una forma armoniosa, fluye como el río Danubio, en cada lugar se conocen cada vez mejor, al punto que Jesse revela el verdadero motivo de su euro viaje. En plena puesta de sol ocurre lo inevitable, con un beso sellan la confianza y las dos almas se hacen una (como se lo confiesan a Celine, la creencia a la reencarnación), ese romántico instante es la cresta en la experiencia que están viviendo ambos jóvenes. Sin embargo, a medida que el día subsecuente se acerca, comienzan a pensar: qué pasará, cómo se comunicarán y por qué es viable seguir juntos. Los pros son insuficientes ante los contras, concluyendo: ese día de junio será el mejor de sus vidas y olvidarse del mañana para acabarlo de la mejor manera posible.
La situación ineludible se dará como el despertar, llegará en cualquier segundo, pero al hacer ese inocente pacto de despedida tratarán que Viena, sólo sea el pretexto para poder tomarse una siesta y volver a ser felices como lo fueron antes del amanecer.
Richard Linklater, plasma por medio de Ethan Hawke y Julie Delpy, un sueño hecho realidad, un sueño de una noche, un sueño anhelado, un sueño en el que jamás quisiera despertar cualquier persona. Una postal de un encuentro interminable por los sentimientos expresados, las emociones encontradas y que sólo el tiempo podría borrar, porque perdurará cada noche el resto de sus vidas.
Espectacular en: la secuencia final, donde el director nos da un vistazo de todos los lugares que fueron visitados por la pareja, la soledad, la insignificancia es desoladora por su singularidad, pero para la francesa y el americano por su simbolismo serán los mejores sitios que hayan visitado en su existencia. El guión, la fotografía, la dirección, un memorable Ethan Hawke y una tremenda Julie Delpy. Y me quedo con este poema del poeta callejero que les compone como la escena más brillante:
Daydream delusion, limousine eyelash
Oh baby with your pretty face
Drop a tear in my wineglass
Look at those big eyes
See what you mean to me
Sweet-cakes and milkshakes
I'm a delusion angel
I'm a fantasy parade
I want you to know what I think
Don't want you to guess anymore
You have no idea where I came from
We have no idea where we're going
Lodged in life
Like branches in a river
Flowing downstream
Caught in the current
I Carry you
You'll carry me
That's how it could be
Don't you know me?
Don't you know me by now?
Pudo mejorar en: que también existen pesadillas.
Pésimo en: no dormir siempre.
Le doy un: 9.9 (tanta belleza es imposible)
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